
«Yo no quería ir a la Universidad porque me quería dedicar al baile a tiempo completo, así que mi madre y yo nos dimos un tiempo», desvela la artista. Al abandonar el domicilio familiar comenzó a dormir en el sofá en el estudio de la danza. Estaba sin hogar, pero se mantuvo segura sobre sus objetivos.
Gracias a su persistencia consiguió su primer concierto. Primero como bailarina en Europa, y más adelante en Los Ángeles. Todos estos cambios tuvieron lugar en tan solo un año, y le supuso tener que acostumbrarse a una nueva forma de vida, la de Hollywood, después de haber vivido en el Bronx de Nueva York.
Confiesa Jennifer López que en un principio llegó a odiar Los Ángeles, una ciudad que ahora le encanta aunque «no me da fuerza como lo hizo el Bronx. Toda la fuerza que necesitaba para la vida, recibí de ese barrio», explica.
Ahora Jennifer es madre de sus dos hijos, gemelos de cinco años de edad, Max y Emme. Dice que espera que ella puede servirles de ejemplo enseñándoles la buena ética en el trabajo. «Pienso mucho en enseñar a mis hijos a trabajar duro. He aprendido algo sobre los niños, no hacen lo que dices; hacen lo que hacen».
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